Tom, el mensajero del más allá
Tom no es un cartero común. No anda con sobres timbrados ni paquetes de encomienda. Lo suyo es otro tipo de mensaje, uno que no se puede mandar por WhatsApp ni escribir en un papel.

Los mensajes que trae Tom vienen de lejos. No de otra ciudad, sino de otro lado. De ese lugar donde están los que alguna vez fueron parte de nuestra vida pero ya no caminan entre nosotros. Él es el puente entre lo que fue y lo que sigue siendo, entre lo que quedó sin decir y lo que todavía necesitamos escuchar.

No es que Tom elija qué decir ni a quién. Él solo entrega. Y cuando llega el momento, el mensaje aparece. A veces en un pensamiento que se cuela sin aviso, otras en un sueño que deja una sensación extraña, o en esa corazonada que de repente lo cambia todo.

Hay quienes lo reciben con alivio, como si finalmente hubieran encontrado la pieza que faltaba. Otros se quedan en silencio, entendiendo lo que ya sabían pero no querían aceptar. Y algunos, los que llevan tiempo esperando sin saber qué esperar, sienten que algo se acomoda adentro, como si alguien les hubiera dado una palmada en la espalda y dicho: “Tranquilo, va a estar todo bien”.

Tom no pregunta, no explica, no insiste. Deja el mensaje y sigue camino, porque siempre hay alguien más que lo está necesitando. Y así, sin hacer ruido, ayuda a que muchas historias que parecían inconclusas encuentren su cierre.

Porque los que se fueron nunca dejan de hablar. Solo hace falta alguien que sepa escuchar.