Dani: un guardián pequeño con un poder inmenso
¿Te pasa que tu cabeza no para nunca? Te levantás cansado, como si no hubieras descansado en días. Pensás: “¿Y si no me da el tiempo?”, “¿y si no lo logro?”, “¿y si pasa algo malo?” Todo parece estar bien a simple vista, pero adentro, el pecho está apretado, el aire no llega y sentís que la cabeza corre más rápido de lo que podés seguir.
La ansiedad tiene eso: te empuja a vivir en el futuro o en el pasado, pero nunca acá. Y justo ahí aparece Dani.
Dani es un duende pequeño, de apenas 10 centímetros, pero con una presencia que se siente gigante. Está hecho para esos momentos donde todo parece desbordarte. Tiene rulitos blancos como una nube, ojos celestes que te miran con calma y lleva siempre consigo una piedra muy especial: una sodalita azul.
La sodalita no es cualquier piedra. Tiene la energía de la claridad, de la tranquilidad. Cuando Dani la sostiene, su magia se activa, como si la piedra hablara en silencio y te dijera: “Respirá, todo está bien.” La ansiedad te desconecta de vos, pero Dani y su sodalita te traen de vuelta, al ahora, al lugar donde podés respirar y soltar.
Y no hace falta que Dani diga mucho. Su presencia ya lo dice todo: su gorro azul petróleo peludito, su ropa suave y cómoda, su carita serena. Es un recordatorio de que no tenés que poder con todo, que está bien parar un momento y estar presente. Dani no soluciona la ansiedad, pero sí te ayuda a que no te atrape.
Cuando lo tengas cerca, vas a sentir algo distinto: no es magia de película, es algo más simple. Te ancla. Te hace parar. Es como si te susurrara:
“Estás acá, y acá está todo bien.”
Porque Dani no es solo un duende. Es tu compañero para esos días en que la ansiedad aprieta y no sabés por dónde empezar. Es un pequeño guardián que te recuerda lo que, a veces, olvidás: que podés volver a vos, siempre, cuando más lo necesitás.
Dani está acá para recordarte eso. Porque todo, en este momento, está bien.